CAPACIDADES
- Demuestra que la humildad es la capacidad
de una persona para aceptarse a sí misma con sus valores y sus defectos.
- Fundamenta por qué una persona humilde es
aquella que se valora a sí misma sin vanagloriarse ni considerar inferiores a
las demás personas.
1. INICIO
El Árbol Confundido
En algún lugar que
podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un
hermoso jardín con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos
ellos felices y satisfechos.
Todo era alegría en
el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un
problema: ¡No sabía quién era!
Lo que le faltaba
era concentración, le decía el manzano: "Si realmente lo intentas, podrás
tener sabrosísimas manzanas, ¡ve que fácil es!"
"No lo
escuches", exigía el rosal. "Es más sencillo tener rosas y ¡ve que
bellas son!"
Y el árbol
desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los
demás, se sentía cada vez más frustrado.
Un día llegó hasta
el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del
árbol, exclamó: "No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo
de muchísimos seres sobre la
Tierra. Yo te daré la solución... No dediques tu vida a ser
como los demás quieran que seas. Sé tú mismo, conócete... y para lograrlo,
escucha tu voz interior." Y dicho esto, el búho desapareció.
"¿Mi voz
interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?..." Se preguntaba el árbol
desesperado, cuando de pronto, comprendió.
Y cerrando los ojos
y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:
"Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada
primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande
y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al
paisaje... Tienes una misión: ¡Cúmplela!"
Y el árbol se
sintió fuerte y seguro de si mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual
estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por
todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.
Yo me pregunto al
ver a mi alrededor, ¿Cuántos serán robles que no se permiten a si mismos
crecer?... ¿Cuántos serán rosales que por miedo al reto, sólo dan espinas?...
¿Cuántos, naranjos que no saben florecer?
En la vida, todos
tenemos un destino que cumplir y un espacio que llenar.
No permitamos que
nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro
ser.
Autor
desconocido
PARA DIALOGAR
- ¿Qué es lo que llama la atención en la
historia del árbol confundido?
- ¿De dónde le venía la tristeza a este
árbol?
- ¿Cuál fue el consejo del Búho?
- ¿Cuándo empezó a ser feliz el árbol y que
ocurrió en el jardín?
- Ahora veamos de qué manera el ser
humildes no necesariamente nos hace los más insignificantes, sino al contrario
nos permite ser nosotros mismos.
2. PROCESO
2.1 Texto Bíblico
Lucas 18, 10-14: 10 Dos hombres subieron al templo a orar;
uno era fariseo y el otro
recaudador de impuestos. 11
El fariseo puesto en pie, oraba
para sí de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los demás
hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de
impuestos. 12 "Yo ayuno
dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano." 13 Pero el recaudador de
impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al
cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, ten piedad de mí,
pecador." 14 Os digo que
éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el que se
ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.
- ¿Por qué la actitud del fariseo no es grata para Dios?
- ¿A quiénes perdona Dios de sus pecados?
2.2 Contenidos
De Origen Humilde
Cuantas veces se lee en
una biografía de personajes importantes que nacieron en una familia pobre y se
le pega el mote de origen humilde,
pero la verdad nadie es más digno que otro, o por el contrario nadie es
más indigno que otro.
Al contrario somos seres completos y de
todo lo que tenemos no nos sobra nada ni nos falta nada.
Lo que muchas veces sucede es que no nos
conocemos lo suficiente y podemos pasarnos la vida entera pensando que no
servimos para nada, o peor, podemos pasarnos la vida pensando que somos
superiores a los demás.
Aquel fariseo que estaba regodeándose
delante de Dios de ser el mejor, - según la palabra de Jesús -, no fue
escuchado por Dios, en cambio aquel cobrador de impuestos, que ni se atrevía
entrar al templo, solamente atinaba a pedir perdón por sus faltas, Jesús afirma
que ante Dios este último hombre regresó a su casa justificado. La soberbia no
es bien vista por Dios. Sin embargo, la humildad verdadera, es premiada por
Dios.
Cada persona es única e irrepetible. Tal
es la realidad, aquel árbol mientras no escuchó su voz interior solamente
atinaba compararse con el manzano, con la rosa y con cuanto árbol de su
alrededor. Decía san Agustín: “No te
salgas fuera, en el interior del hombre habita la verdad”
Hay que atrevernos a mirarnos por dentro
antes que estar comparándonos una y otra vez con los demás. Los filósofos
griegos tenían como proverbio a la entrada de la academia: “Conócete a ti mismo”. Y bien que ellos
se educaban para encontrar la verdad. Los filósofos son por definición “amigos
de la verdad”.
Cuando el árbol se atrevió a preguntarse
a sí mismo quién era realmente, descubrió que era un roble, el más fuerte, alto
y frondoso de los árboles, la madera más preciada para las construcciones y
para hacer muebles. Que produce una bellota alimento preferido por el ganado.
- ¿Sabes decir
realmente quién eres con tus defectos y cualidades? Descríbelas.
La Humildad
Lo contrario a la humildad es el orgullo,
la soberbia y la vanidad. Así como aquel árbol que no sabía quien era, Teresa
de Ávila, con otra experiencia, porque había nacido en una familia adinerada,
un día ingresó en la vida conventual del siglo XVI, allí le correspondía de
acuerdo a su noble origen, tener al mando suyo unas mujeres a quienes llamaban
oblatas, - es decir, ofrecidas y,
provenían de una clase social pobre -, para servirla en todas sus
necesidades.
Con esas prerrogativas vivió encerrada en
los claustros por años, pero, un día descubrió que esa vida era contraria a lo
que Jesucristo había enseñado, cambió sus costumbres totalmente, dispuso que esas oblatas, fueran a realizar
otras ocupaciones que tenían que ver con el bienestar de todos y no únicamente
de ella.
Precisamente de ella se puede recoger una
bonita definición de la humildad, que reza más o menos así: la humildad
consiste en conocerse a si mismo, distinguiendo las cualidades y las
debilidades que tenemos, poniéndolas al servicio de los demás. Sea cual sea
nuestra ocupación o profesión, es para servir a los demás.
Por humildad, se entiende, entonces, el
conocernos interiormente hasta saber de lo que realmente somos capaces y
buscando hacerlo de la mejor manera. Y conociendo de lo que adolecemos, no
arrogarnos de aquello que no podemos hacer.
Es de esta manera que daremos frutos
agradables y apetecibles para los demás y no cometeremos arbitrariedades al
intentar hacer lo que no sabemos hacer.
- ¿Qué significa verdaderamente ser una
persona humilde?
- ¿Humilde es el tonto de la clase?
Vanagloriarnos de nuestros
errores
Decía san Agustín: “Hombre soy y nada de lo humano me es ajeno”. Se refería al hecho de
tener debilidades, de no ser únicamente el gran sabio, el gran obispo. Sobre
todo, teniendo en cuenta que él mismo vivió su propio proceso.
Cuando era muy joven, buscó la fama, el
halago, el placer, le gustaban las juergas, la diversión en el circo romano, el
placer sexual, seguía a los astrólogos, la sabiduría de la secta de los
maniqueos; hasta que uno de sus amigos conoció el cristianismo, quien le contó
todo lo que había ocurrido en su vida y que ahora se sentía libre, se sentía
con ganas de servir a los demás.
En cierto momento, Agustín, vivió su
propia crisis mientras buscaba la fama y se regodeaba en la vanagloria, no era
feliz, ni siquiera tenía la aparente felicidad del borracho, que después de
beber se olvidaba de todos sus problemas, ni mucho menos tenía la felicidad de
los sencillos que habiendo conocido a Dios, se ganaban el cielo. Se retiró al
jardín a llorar su desgracia.
Mientras lloraba, escuchó unas voces como
la de niños que jugaban con una canción: “Toma
y lee, toma y lee”. Aquel amigo que había acudido a acompañarlo le sugirió
leer un pasaje de la Biblia,
Agustín, que había llevado una copia de la carta a Los Romanos, abrió al azar y
leyó lo siguiente:
“La noche está muy
avanzada, y el día está cerca. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas
y vistámonos con las armas de la luz. Andemos decentemente, como de día, no en
orgías y borracheras, no en promiscuidad sexual y lujurias, no en pleitos y
envidias; antes bien, vestíos del Señor
Jesucristo, y no penséis en proveer para las lujurias de la carne.” (Rom 13, 12-14)
Agustín que continuaba llorando, porque
de alguna manera, aquel texto retrata la vida que hasta ahora llevaba,
entonces, su amigo trataba de consolarlo, pues, leyó lo que la carta a
continuación decía: “Acepta al que es débil en la fe,
pero no para juzgar sus opiniones”. Desde ese momento, Agustín, se
convirtió y más tarde se bautizó. Hoy se le conoce como uno de los hombres más
sabios del cristianismo.
En realidad esa es la condición humana.
El hombre, ante Dios, lo único que posee es su pecado, porque la sabiduría, la
riqueza, y todos los bienes, vienen de Él. Y cuando uno decid
e servir a Dios a través
de los hombres, no da de sí mismo, sino de lo que ha recibido de lo alto.
Todo lo
que podamos hacer por los demás es para lo que estamos capacitados, para
lo que estamos preparados, de los dones que hemos recibido. Pero, igual,
tampoco estamos libres de cometer errores.
Loable será cuando hayamos reconocido que
hemos errado y animarnos a pedir las disculpas necesarias al que hemos
ofendido, al que hayamos atropellado.
Cuantos más aciertos tengamos, sabremos
que estamos haciendo aquello de lo que somos capaces, lo que la vida nos ha
regalado.
Seremos más felices, cuanto más felices
hagamos a los demás por nuestras buenas obras.
- ¿De todo lo que tiene de
qué eres dueño en realidad?
3. SALIDA
- ¿Qué sabía acerca de la humildad, antes
de leer este texto?
- ¿Qué es ahora para mí la humildad?
- ¿Para qué me sirve el valor de la
humildad?
Actitud
- Me esforzaré por conocerme a mi mismo, para poder
descubrir lo que realmente sé hacer y qué cosas no puedo hacer.
Humildad, es aceptarse a uno mismo con nuestros
valores y nuestros defectos.